ANTECEDENTES:

Para la Toltecayotl el fin último de cada ser humano está en el propósito de tomar un rostro propio y un corazón verdadero. Una vez que el guerrero o la guerrera se ha apropiado de su identidad entonces estará en posibilidad de hacer florecer su corazón dado que a sí mismo se ha convertido en tierra fértil de la cual germinan las semillas que ofrecen a su entorno las flores y los frutos que embellecen el paisaje y proporcionan sustento.

La siembra de nombre es un acto de voluntad donde nos ofrecemos como tierra fértil para que de nuestro interior emanen los frutos provenientes de nuestros pensamientos, emociones y actos y éstos sean alimento vivo para nuestro pueblo, para nuestros seres más queridos y para aquellas que más nos necesitan por estar necesitadas de medicina y consuelo.

Al sembrar nuestro nombre tomamos una responsabilidad con la Madre Tierra para ayudarla en la tarea de hacer de esta humanidad un solo ser. Nuestra amada Tonantzin requiere de nuestra voluntad para hacernos uno solo con ella y reconocer que en nuestros huesos está la tierra, en nuestra sangre está el agua, en nuestro aliento vive presente el aire y en nuestro fuego espiritual se mantiene viva la llama del fuego del espíritu.

Sembrarse el nombre implica una responsabilidad con los elementales que sustentan nuestra existencia y adoptamos el compromiso de hacer un espacio en nuestra cotidianidad para honrar la vida, para reconocer que nosotros somos la naturaleza, siendo conscientes de que somos la lluvia y el trueno, que somos la luz y el fuego solar, que en mi interior fluye la fuerza del manantial, que las rocas que hacen sólidas a las montañas también dan solidez a mis huesos y entender que comparto el agua, el aire y los minerales de la tierra con cada una de las especies vegetales y animales. Sembrarse el nombre es un acto en el que aceptamos estar en unidad con la Tierra y el Cosmos.

Al igual, sembrarse el nombre es aceptar una responsabilidad con los ancestros, tomando en cuenta que nosotros somos ellos porque de alguna forma sus genes nos dieron un rostro y un corazón, por lo tanto estamos aquí sobre la tierra solamente por un tiempo representándolos a todos ellos. En este sentido al tomar una identidad con la siembra de nombre rompemos con nuestro egoísmo y nos damos a la tarea de resolver los pendientes que dejaron nuestros abuelos y bisabuelos, o sea es una enorme responsabilidad de entregarnos a la tarea de buscar la armonía absoluta en nuestro Ser interior, para estar en paz, en equilibrio con todo y con todos.

Es imprescindible saber que al sembrar nuestro nombre las principales energías que custodian el Universo se hacen presentes, por lo tanto:

• Despertará Quetzalcoatl en nuestro interior para trabajar día con día en el desarrollo de nuestra sabiduría y conocimiento.
• Llegará hasta nosotros la influencia de Xipe Totec para desprendernos de todo aquello que traemos cargando como exceso de equipaje y soltar nuestra historia, nuestros temores y nuestros vicios.
• Efectivamente se hará presente Tezcatlipoca y nos tendremos que enfrentar a nosotros mismos, a nuestras limitaciones, a nuestra parte más obscura para trascenderla y transformarla.
• Igualmente con la siembra de nombre aleteará en nuestro corazón Huitzilopochtli, el colibrí que fortalezca nuestra voluntad haciendo nuestro mejor intento de ser impecables en nuestro presente, viviendo de instante en instante.
• Aceptaremos a nuestro Padre Sol como nuestra guía porque de él parte la Luz, de él se emana la energía preciosa de la vida y nuestro propósito de vida se ligará a la intención de desarrollar un plumaje de águila para volar por la bóveda celeste junto a él y finalmente aceptamos nuestra muerte renunciando al mundo, o sea desapegándonos de todo aquello que nos pueda atar al sufrimiento, en otras palabras nos preparamos para que en cualquier momento la tierra reclame el cuerpo que amorosamente nos entregó, aceptando que sobre nosotros está la voluntad del Gran Espíritu y de la Madre Tierra, sin oponernos a sus tiempos y designios.

Debes considerar que el nombre que eliges imprime en tu energía personal un sello que te marcará de por vida ya que dicho nombre se convertirá en tu propósito a trabajar día con día, será la meta a alcanzar porque dará dirección a aquello en lo que tienes como propósito convertirte. Elegir un nombre y sembrarlo es un acuerdo que realizas con la Madre Tierra y el Universo para trabajar día a día en esa dirección, o sea en el camino a convertirte en el significado del nombre, tal vez no lo logres completamente en esta vida debido a que estamos determinados por una naturaleza humana, sin embargo está presente la voluntad creadora en la que de instante en instante hacemos nuestro mejor intento de ser impecables.

Por último al sembrar nuestro nombre aceptamos una responsabilidad con nuestras sagradas tradiciones que son milenarias, por lo tanto dedicaremos parte de nuestra vida a investigar y vivenciar todos los conocimientos que dejaron nuestros ancestros para darle sentido a nuestra estancia sobre la tierra. En esta responsabilidad practicaremos la danza, la búsqueda de visión, el temazcal y nos acercaremos a aprender el idioma Nahuatl, la lectura de códices y la divulgación de la cultura.

REQUISITOS PARA SEMBRASE EL NOMBRE BAJO LOS PRINCIPIOS DE LA TRADICIÓN TOLTECA:

• Contar con tu tonalamatl debidamente interpretado.
• Haber realizado las prácticas suficientes (meditación, contemplación e interpretación de sueños) para elegir debidamente la sagrada energía o nombre que has decidido portar.
• Haber realizado previamente ritual de temazcal y tener conocimientos básicos sobre la cosmovisión de la Toltecayotl.
• Aceptar la responsabilidad que implica tomar tu identidad. Toma en cuenta que NO es una responsabilidad con la persona que te siembra el nombre, al contrario, es una responsabilidad que adquieres con la Madre Tierra, con los ancestros, con los elementales y con nuestras sagradas tradiciones.