Pohualtetl
Los numerales
Ce. Ejemplifica la unidad, significa el principio y el origen que todo debe tener. Representa la individualidad del ser humano con todo su conjunto de actitudes, pensamientos y emociones.
Ome. El número dos nos habla de la dualidad a través de todo lo que es simétrico, partiendo de dos elementos que a pesar de ser opuestos son complementarios. Esta representado en nuestro cuerpo con nuestros brazos y manos, así como nuestros dos hemisferios cerebrales. es el principio de unión, complemento, formación y ambivalencia.
Yei. El tres está asociado al agua y a nuestra sangre que son los líquidos vitales de nuestro cuerpo. Representa la fluidez, fuerza, decisión y flexibilidad. También nos hace referencia al hijo como producto de la dualidad creadora, el complemento de la trinidad.
Nahui. El cuatro nos refiere a la matemática bajo la cual se rige la naturaleza. Reúne a los cuatro elementos que generan la vida, los cuatro rumbos cósmicos por lo que llega hasta nosotros la «Tonalli» o esencia de vida, se manifiesta en los cuatro cambios de estaciones de nuestra Madre Tierra. En resumen es la integración primaria del ser.
Macuilli. Este numeral se asocia a las habilidades manuales heredadas de nuestros abuelos Toltecas ya que se asocia con el trabajo de las manos. Igualmente nos lleva a pensar en la unión que se da en nuestra mano con sus cinco dedos. Por eso es que este cinco también nos habla con el contacto con el mundo exterior y la capacidad de manejarlo.
Chicoace. El número seis esta en referencia al equilibrio de las actitudes impulsivas buscando estados de espiritualidad por medio de la influencia que ejerce Mictlantecuhtli, el señor del lugar del eterno reposo. Es búsqueda constante de la espiritualidad en nosotros.
Chicome. Las cuatro fases lunares pasan por un periodo de siete días cada uno, es este el motivo por el cual este numeral se asocia con la influencia que ejerce la Luna sobre nuestros pensamientos y emociones. Esta misma actividad lunar afecta a todos los líquidos del planeta, incluyendo nuestros líquidos corporales.
Chicuey. En el ocho se manifiesta la influencia que proviene de las cuatro direcciones cósmicas del planeta. En el primer conjunto de cuatro se manifiestan las influencias del cosmos y en las restantes cuatro las influencias de la Tierra sobre todos los seres vivos. Esta conexión entre el Cosmos y la Tierra es lo que nos da el aprendizaje de quienes somos en realidad.
Chicnahui. Este número manifiesta los procesos evolutivos ya que esta relacionado íntimamente con Quetzalcoatl que es de quien recibimos sabiduría. En resumen este numeral representa el centro y principio de la etapa de las experiencias, quienes nacen en este numeral suelen ser personas centradas y creativas.
Matlactli. El número diez se representa uniendo las dos manos, por lo que simboliza lograr la mitad de la realización de los veinte signos que forman la cuenta de los días. En el diez esta la dualidad de nuestras manos pues se una la habilidad de una con el equilibrio de la otra. En resumen es dualidad, reflejo de nuestro espejo y despertar de los sentidos.
Matlactlihuan ce. El numeral once es un símbolo de descanso en el proceso de transformación para proseguir después en la espiral de la evolución. Este remanso se expresa en ligereza, facilidad de expresión ocio y diversión como proceso necesario para completar la siguiente etapa de crecimiento.
Matlactlihuan ome. Este numeral proporciona hermosura y luminosidad interior manifestado en un espíritu limpio como la luz del Sol. En doce se concluye la etapa de las experiencias con evolución de nuestro ser interior que da a las personas un carácter transparente, serenas y confiables.
Matlactlihuan yei. Este número es el mas importante para nuestros abuelos anahuacas ya que esta ligado directamente a la jícara celeste. Son trece los niveles para llegar al Tloque Nahuaque que es el dueño de lo que esta cerca y junto a todas las cosas creadas por Él llamado Ometeotl. El trece es la integración total y nos habla de las trece coyunturas que nos dan el movimiento corporal, las trece lunaciones de un ciclo solar y los trece cielos para llegar hasta Ipalnemohuani, «Aquel por quien vivimos».